Las cenas de empresa: ¿Festín navideño o drama existencial para el autónomo solitario?
Cuando tu único colega es el espejo del baño y la única cena de empresa es contigo mismo: una reflexión sobre el 'espíritu' navideño.
ATUROLLOREFLEXIÓNAUTÓNOMOS
12/13/2024


Ah, la cena de empresa, ese evento anual donde todos los asalariados del mundo (y algunos que ni siquiera saben quiénes son sus compañeros) se reúnen para brindar por proyectos completados, anécdotas de oficina y, claro, el aguinaldo. Pero ¿qué pasa con los autónomos y emprendedores que trabajan solos? Para nosotros, esa invitación nunca llega porque, bueno, ¿quién la mandaría?
Imagina la escena: tú, frente a tu laptop, decidiendo si pedir sushi o una pizza porque, después de todo, ¿qué otra cosa hay para celebrar que no sea el cierre de trimestre?
Mientras otros lidian con el dilema de "¿hablo mal de mi jefe en la cena o mejor me callo?", tú estás considerando si brindar con agua o descorchar ese vino olvidado que compraste para "ocasiones especiales".
Lo curioso es que, en teoría, los autónomos deberíamos sentirnos aliviados: no hay que forzar sonrisas, ni reír falsamente a chistes malos, ni aguantar al típico colega que se pasa de copas y empieza a bailar en la mesa. Pero la realidad es más cruda. Porque detrás de la libertad de "no tener jefes" se esconde una verdad incómoda: no tener colegas con quienes compartir el amargo y agridulce ritual de fin de año.
Y no hablemos de las redes sociales. En diciembre, el timeline se convierte en un catálogo de selfies grupales, copas alzadas y frases cliché como "¡Por un año más juntos!". Mientras tanto, tú subes una foto de tu escritorio vacío con la única compañía de tu taza de café, añadiendo un toque de humor negro: "Cena de empresa en casa, dress code: pijama".
La presión social no ayuda. La Navidad exige cumplir con ciertos clichés: reuniones, fiestas, regalos. Incluso para los que trabajamos solos, parece obligatorio inventar algo para "parecer" festivos. Como si hacer una videollamada contigo mismo frente al árbol fuera suficiente para llenar ese vacío de camaradería laboral.
Pero no todo es drama. Ser tu propio jefe también significa que puedes redefinir el concepto de "cena de empresa". Tal vez no tengas un equipo, pero sí tienes clientes, amigos, o incluso a ese barista que te salva cada día con tu café. ¿Por qué no celebrar con ellos? Al final, las conexiones humanas no se limitan al organigrama de una compañía. supervivencia.
La soledad del autónomo no se arregla con una cena, pero sí con una buena dosis de autenticidad.
No necesitas fingir, ni compararte. Celebra como quieras, con quien quieras, o incluso solo. Lo importante es recordar que el verdadero éxito no se mide por la cantidad de personas en la mesa, sino por lo pleno que te sientas al levantar tu copa. ¡Salud!